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2010 - 2011

Marcelo Novoa

La narradora fantástica

Elena, hoy sí te bañarás dos veces en la vía láctea
Sobre los cuentos incluidos en esta edición, podemos agregar algunas breves observaciones que quizás logren situar su obra dentro de parámetros más amplios y diversos que los hasta aquí señalados. Del volumen antológico El señor de las mariposas (1967), que reúne textos publicados anteriormente tanto en libros independientes como relatos para revistas de la época, junto con otros inéditos, podemos distinguir tres variedades de relato fantástico: Ciencia Ficción, fantástico feminista y fantástico esotérico, este último de menor interés para nuestra investigación. En el primer apartado, su literatura de anticipación, con una prosa poética y una mirada humanista, nos aporta aspectos inéditos sobre temáticas muy queridas para el género, como lo es el encuentro con extraterrestres. Tal es el caso del breve y mágico relato “El mecano verde” que, desde la inusual óptica femenina, no ve a estos visitantes como enemigos eventuales, sino como viajeros curiosos. Incluso, su identidad nos es revelada como una interrogante, un acertijo o bien un fenómeno inexplicable, solo asimilable a través de lo que hoy llamaríamos “inteligencia emocional”, como queda demostrado en este párrafo: “Aparece y desaparece mil veces ante los ojos desorbitados de la mujer. Sin dejar de ser frágil, de ser infinitamente complicado, absurdamente plástico y transparente, recupera su forma de alfombra mágica y sigue flotando” (Aldunate,143). En el caso del apartado que denominamos “fantástico feminista”, aparecen sus mayores aciertos al denunciar las odiosas diferencias de clase y sexismo imperantes en nuestra sociedad, pero desde la panorámica progresista de quien ve futuros cambios generacionales, pues hay aquí una cierta “videncia” de corte feminista, notablemente adelantada para las prosistas fantásticas de la época. Esto puede verificarse en su cuento “A imagen de dios los creó; varón y mujer los creó” donde un relato experimental, disgregado y alucinante, da saltos temporales en la perspectiva del ascenso de las relaciones macho-hembra, matizando las experiencias femeninas tradicionales (maternidad, sensualidad, estabilidad) con apuntes visionarios sobre el porvenir de nuestra raza. Lanzada en el viento, la futura generación navega valiente y temeraria. Son otros los moldes, otras las leyes, otros los afilados trazos por donde su evolucionada planta trafica. Iguales y distintas sus dos estructuras buscan, en lo profundo de su experiencia cruel, otro nombre para designar su hallazgo. Abierta al cosmos la definitiva generación se fortifica y crece (Aldunate, 161) En su siguiente volumen, Angélica y el delfín (1976), precedidos por un prólogo de su padre, donde queda claro que su literatura fantástico feminista no es aún calibrada del todo, sí podemos constatar que ya se le respeta como la única autora chilena dedicada al género digna de ser comparada con sus similares en el universo anglo, máximos cultores de la CF mundial. Aquí comparecen sus textos mejor resueltos sobre contactos extraterrestres, visiones distópicas del futuro y la fusión de la fantasía a contextos verosímiles, superando la manida fórmula dicotómica del realismo mágico imperante en la época de publicación de estos relatos. Quiero señalar solo dos ejemplos de lo anteriormente dicho. Primero, en el cuento “El Ingenio”, que tiene como punto de partida el dato científico del alunizaje de la sonda Viking I en la superficie del planeta Marte, la autora elabora una delicada y original versión ya no desde la óptica humana, sino desde una cosmovisión exobiológica, que nos acepta aunque no nos comprende, y para la cual resultaremos más un peligro que una oportunidad evolutiva. Narrada con inusual imaginería poética, resulta todo un acierto de novedad y futurismo. Impregnada de cósmicas radiaciones, el Ingenio se detuvo en medio de ellos, paralizándolos, atrapado en un millón de deshielos de espera. Al fin ahí estaba el viajero. Temerosas, poco a poco, los Estambres volvieron a abrirse hasta extraer el Espiral. A una señal de los Eternos, cada uno de ellos y en ronda, ofrecieron la transparencia mágica de una Vitarilita recién cortada. Cada uno de ellos, vertiginosos, acecharon el comienzo de un impulso, una opacidad, en la colosal estructura del visitante (Aldunate, 80). Y finalmente, su relato impecable “La Bella Durmiente” donde una mujer-fósil sacada de su hibernación por neutrales hombres futuros, quienes no resisten esta intrusión problemática, pues vuelven a sentir deseo, erradicado hace eones de su mundo perfecto e inmutable. Con una estructura de tragedia in crescendo, la narración avanza desde el hallazgo de esta reliquia viviente, la descripción del mundo futuro dominado por la ciencia y la racionalidad, hasta las imprevisibles consecuencias de la exposición de sus mentes evolucionadas ante esta mujer capaz de sentir hostilidad, depresión, absurdo y alucinación, que terminarán por destruir el orden visible de ese mundo. Aquí quisiera destacar que esta vez la autora introduce una notable variante al enfrentar a una enfermera del futuro (X Adelantada) con este espejo del pasado de su condición femenina (mujer-fósil) y descubrir con horror que el reflejo no es muy distante ni distinto. He aquí la más clara, contundente y radical crítica feminista que he encontrado en texto de escritora chilena alguna, y ha sido escrito dentro del género fantástico. Con serena curiosidad, X Adelantada precisa en la mente aletargada de la paciente, como ante una cámara-rastreadora, un drama que no llega a su conciencia. Un extraño cuarto aparece ante ella con enseres cuyo uso y color no comprende. Luego tras esos ojos cerrados, X Adelantada percibe la mirada de la mujer-fósil. Es una mirada que acusa una incómoda sensación de vulnerabilidad; una mirada que no se puede sostener sin vértigo, sin que la vergüenza que a veces asalta su yo íntimo, cuando se siente pospuesta en su ficha-control o demasiado vigilada por los visores de la sala-descanso. Es una mirada que atrae y atemoriza, como la visión que produce el mar, o el cielo o la lluvia tras los cristales de su elevado en la costa. La mujer se debate como si invisibles amarras la sujetaran, y grita, grita hasta que su propia voz la despierta (Aldunate, 71-72). Para concluir esta breve nota de elogio y admiración hacia esta narradora fantástica, adelantada visionaria galáctica enclaustrada en un universo masculino y realista, podemos afirmar con certeza que Elena Aldunate, a través de esta reedición -que es relectura y redescubrimiento a la vez- podrá bañarnos, hoy más que nunca, dos mil veces seguidas, en un agua de certezas profundas. Y sentenciaremos que, así como la CF en Chile ojeó primero que todos el podrido revés de nuestra trama finisecular; esta autora, por siempre marginal, se tornó provocativamente “intocable”, en un país de castas poéticas y clases funcionarias; desde su condición autoasumida de “loca de la casa (tapiada)”, Elena Aldunate, autora de CF chilena, nos regala –a todos, lectores sin distinción ni rango y cada vez para siempre– una mirada más despejada que permite vislumbrar la página por venir… de la lucha de los sexos. Valparaíso 2011-2021. *Marcelo Novoa (Viña del Mar, Chile, 1964) Poeta, ex crítico y productor cultural. Académico y Doctorando en Literatura PUCV. Fundó la Editorial Puerto de Escape, única en Chile especializada en literatura fantástica, ciencia ficción y terror. Y la página de rescate y debate sobre el género fantástico: http://www.puerto-de-escape.cl/ Allí publica: Años Luz. Mapa Estelar de la Ciencia Ficción en Chile (2006), su antología exhaustiva sobre el tema. Produce los eventos: “1ª a 5ª Semana Fantástica” en Valparaíso y la exposición “Chile Fantástico (1810-2010)” en la Biblioteca Nacional.